
Frente a una obra de tal densidad, casi cuadrada, con dimensiones de 25,6 x 25,9 centímetros, custodiada como la niña de los ojos en el Monasterio de Santa Catalina en el Sinaí, las palabras son casi superfluas. Hablamos, por supuesto, del icono del Niptir, el Lavatorio de los Pies, una obra maestra elaborada sobre madera, que los especialistas sitúan, y no sin razón, en la primera mitad del siglo X. La escena, naturalmente, es bien conocida: Jesús, en un acto de humildad extrema, se inclina para lavar los pies de Pedro, mientras en el mismo instante los demás discípulos observan, apiñados, casi sin habla. No es esto una mera hagiografía; es un comentario teológico, un testimonio histórico que condensa, de una manera casi instantánea, las búsquedas estéticas y espirituales de toda una época. Su estilo ilusionista, su tensión dramática y su probable función como parte de un epistilo de templón, quizás el más antiguo ejemplo que sobrevive con escenas del Dodecaorton (Spingou), lo convierten en un objeto de estudio que no se agota fácilmente. Es una ventana, podría decirse, a un arte que no temía ser a la vez profundamente humano y absolutamente trascendente. Mi primer encuentro con este icono, aunque fuera a través de reproducciones, dejó un sentimiento de asombro por la economía de medios y la fuerza narrativa que una superficie tan pequeña puede ocultar.
La Teología Silenciosa: Claves Iconográficas del Niptir
Uno mira el icono y se sumerge. A la izquierda, la figura de Cristo, dominante a pesar de su postura humilde, está vestida con ropajes oscuros, casi negros, creando un violento y silencioso contraste con las vestiduras claras y luminosas de los discípulos. Esta elección en el color, no es accidental, nunca es accidental en la pintura bizantina. Es una declaración; la declaración de la naturaleza divina que “se vacía a sí misma”, que se autohumilla para servir al hombre. Pedro, sentado, con los pies ya dentro de la jofaina, lleva su mano derecha a la cabeza en un gesto casi instintivo, un gesto que es la traducción visual de su exclamación evangélica: “Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza” (Juan 13:9). Un grito de asombro y estupor. Detrás de él, los otros discípulos, un grupo compacto e indivisible con rostros comunes, casi estandarizados, con rasgos intensos y narices afiladas, permanecen de pie. Observan. No participan activamente, pero su presencia es catalítica, definiendo el espacio y el tiempo del momento sagrado, que se sitúa “en un aposento alto” mediante la simple indicación arquitectónica del muro bajo en el fondo. El estudio de la iconografía bizantina (Folda) revela cómo cada detalle aquí no es decorativo, sino que funciona como portador de un significado más profundo, transformando la simple representación en un complejo tratado teológico.
Estilo, Tiempo y Función: El Arte del Renacimiento Macedónico
¿Cómo se puede estar seguro de una datación? Nunca se puede, no de forma absoluta. Sin embargo, el estilo de este icono, lo que los eruditos llaman “ilusionista”, clama por la primera mitad del siglo X, por el período del Renacimiento macedónico. Hay una plasticidad en las figuras, un intento de representar el volumen y un sentido del espacio que alude a modelos clásicos, filtrados, no obstante, a través de la espiritualidad bizantina. Los pliegues de las vestiduras no son meras líneas, sino que parecen envolver genuinamente cuerpos reales, mientras que las luces y sombras, aunque escasas, proporcionan una sensación de profundidad. Otro elemento, quizás más decisivo, es la postura de los Apóstoles. Aquí, todos están de pie, observadores de la escena. A partir del siglo XI, la iconografía del Niptir cambia, se enriquece… muchos de los discípulos comienzan a ser representados sentados, desatándose las sandalias, en un acto más “terrenal”, preparatorio. La ausencia de este motivo en el icono del Sinaí es una fuerte evidencia de su antigüedad. Y luego está el objeto mismo: cuadrado, con la veta de la madera corriendo horizontalmente. Esto no es casualidad. Sugiere que no es un icono autónomo y portátil, sino parte de una composición más grande, un epistilo de templón. Si esta hipótesis se sostiene, entonces no tenemos simplemente un icono importante, sino el ejemplo más antiguo conocido de un epistilo del Dodecaorton, un descubrimiento que reordena nuestro conocimiento del Arte Bizantino (Lymberopoulou y Duits) y la evolución del arte litúrgico.
A Modo de Epílogo
¿Qué queda al final? Una pequeña superficie de madera, desgastada por el tiempo, silenciosa, encerrada en el monasterio del Sinaí. Y sin embargo, en estos pocos centímetros cuadrados, se condensa un mundo entero. El icono del Niptir no es solo un “artefacto histórico” o una “obra de arte”. Es una teología viva, un acto de fe plasmado en color y luz, un puente que nos conecta con el universo estético y espiritual del siglo X. Su importancia, como el más probable ejemplo temprano de un icono de epistilo, es inmensa para la historia del arte, pero su verdadero poder reside en otro lugar. Reside en su capacidad para trascender el tiempo y hablar directamente a la conciencia humana sobre la humildad, el servicio y el amor divino. Es uno de esos raros iconos bizantinos (Folda) que, por mucho que los analices, algo siempre se te escapará…
Preguntas Frecuentes
¿Por qué es tan importante el icono bizantino del Lavatorio de los pies del Sinaí?
Su importancia radica en su gran antigüedad, datando de la primera mitad del siglo X, y en su notable estilo ilusionista. Además, su forma cuadrada y la veta horizontal de la madera sugieren que es, muy probablemente, la parte más antigua que se conserva de un epistilo de templón del Dodecaorton, lo que lo convierte en una pieza única para el estudio del arte bizantino.
¿Qué simboliza el gesto del Apóstol Pedro en este icono del Monasterio del Sinaí?
El gesto del Apóstol Pedro, que levanta la mano hacia su cabeza, es una referencia visual directa a su diálogo con Cristo en el Evangelio de Juan. Simboliza su rechazo inicial seguido de un asombro y aceptación total, pidiendo al Señor que lave no solo sus pies sino todo su ser, demostrando la profundidad de la escena en este icono bizantino.
¿Cómo se data el icono bizantino del Lavatorio de los pies?
La datación de este icono del Sinaí en la primera mitad del siglo X se basa principalmente en criterios estilísticos. La representación ilusionista, con su sentido del volumen, es característica del Renacimiento macedónico. Asimismo, el detalle iconográfico de que todos los apóstoles estén de pie, a diferencia de representaciones posteriores, refuerza esta datación temprana.
¿Cuál era la función original más probable de este icono del Lavatorio de los pies?
Debido a su forma cuadrada y a la orientación horizontal de la veta de la madera, los expertos creen que el icono no era una pieza independiente. Lo más probable es que formara parte de un epistilo de templón, la viga horizontal sobre el iconostasio, donde se representaban las escenas principales de la vida de Cristo, el llamado Dodecaorton.
¿En qué se diferencia esta representación del Lavatorio de los pies de otros iconos bizantinos posteriores?
La diferencia principal se encuentra en la composición del grupo de apóstoles. En este temprano icono del Monasterio del Sinaí, todos los discípulos aparecen de pie, como testigos. En cambio, a partir del siglo XI, se generaliza la costumbre de representar a algunos apóstoles sentados, quitándose las sandalias, lo que confiere a la escena un carácter más narrativo.
Bibliografía
- Folda, Jaroslav. Byzantine Art and Italian Panel Painting. 2015.
- Folda, Jaroslav. Crusader Art in the Holy Land, From the Third Crusade to the…. 2005.
- Lymberopoulou, Angeliki, y Rembrandt Duits. Byzantine Art and Renaissance Europe. 2013.
- Spingou, Foteini. Sources for Byzantine Art History: Volume 3, The Visual…. 2022.
